Toni Amengual

Toni Amengual nació en Mallorca. Es licenciado en biología, profesor de fotografía documental en la escuela IDEP (Barcelona) y colabora en proyectos de creación artística y educación con la asociación A Bao A Qu. En la conversación que mantiene con nosotros habla con precisión, como un objetivo que acompaña el ojo y nos enseña a mirar a través de la palabra. Toni Amengual, cuando habla, dispara para remover consciencias.

 

¿Cómo se licencia en biología un estudiante de fotografía, y qué has podido aprovechar de esta licenciatura en tu trabajo como fotógrafo?

Biología! La ciencia que estudia la vida! Compaginé mis estudios de biología y fotografía a la vez. Recuerdo que una tarde, en el laboratorio de la escuela de fotografía, cuando le contaba a una compañera que por las mañanas iba a la facultad de biología, me dijo: ah, pues haces esto como hobby, y yo le dije: no, el hobby es estudiar biología. Bastante pedante yo, pero era la verdad. Tuve que hacer una carrera de biología, de la que me siento muy orgulloso, y disfruté muchísimo estudiando porque la fotografía no era (ni es) universitaria de los Pirineos hacia abajo. Estudiando biología me divertí mucho pero, durante un tiempo, escondía en mi currículum la licenciatura de biología, porque yo quería ser fotógrafo. Después, con el tiempo, sí que me di cuenta que tenía todo un bagaje y toda una información muy útil a la hora de trabajar. De ahí mi expresión «la ciencia que estudia la vida»: porque tiene mucho que ver con lo que hago, la forma de trabajo sí está sacado del método científico, ensayo, error, ensayo, error… hipótesis o sea a día de hoy ya lo he encajado.

 

Te defines como un «activista visual». ¿Qué diferencia hay con el fotoperiodismo?

Un fotoperiodista no tiene porque tomar parte a nivel personal con lo que fotografía. Es evidente que la fotografía te obliga a estar al lado de lo que fotografías, eso es innegable; pero cuando has terminado de fotografiar, si quieres, puedes desvincularte del todo de lo que has fotografiado. Cabe decir que pienso que la de fotoperiodista es una tarea muy importante, y admiro a mis compañeros que trabajan sobre el terreno en lugares a los que no iría nadie si no fuera por querer dar testimonio como periodista. Yo hice un postgrado en fotoperiodismo, esta puerta de entrada me atraía  mucho por el carácter vivencial que tiene hacer este tipo de trabajo. Lo probé y viajé cuando era joven (ríe) a lugares desfavorecidos. Fotografié aquello y conviví con gente que ha nacido en países o lugares con unas condiciones muy duras. Pero, en un momento determinado, no me encontré cómodo con este papel. Hice un crack y me cuestioné que todo el mundo que trabaja en esto se hace y pensé que no era para mí, que quería utilizar la fotografía como herramienta de pensamiento y movimiento, pero que quizá esa manera no era con la que más cómodo me sentía. Vivir conmigo mismo es bastante incómodo la mayor parte del tiempo (risas). Años después descubrí que, mucho antes que yo, personas como Susan Sontag, Allan Sekula o Bertolt Brecht, habían elaborado y puesto palabras a toda aquella reflexión que yo hacía por mi cuenta. Hay una cita de Brecht que es muy dura pero me parece muy acertada, y es de hace muchos de años. Dice:

«El gran desarrollo del fotoperiodismo no ha contribuido prácticamente en nada a revelar la verdad de la situación mundial. Al contrario, la fotografía en manos de la burguesía se ha convertido en un arma terrible contra la verdad. La gran cantidad de material fotográfico que se publica diariamente parece tener una aportación de verdad que sirve en realidad para ocultar los hechos. La cámara es tan capaz de mentir como la máquina de escribir.» (1931)

Por eso pienso que hay una tradición fotográfica como la fotoperiodística que conozco y admiro, y pienso que tiene que estar porque, a pesar de todo, es la que con el tiempo nos permitirá conocer lo que pasó. Pero podemos desarrollar otras, pensar otras formas de documentar, comunicar y, si tenemos suerte, hacer pensar.

 

¿Porqué la palabra fotógrafo y artista no van de la mano? ¿No es arte la fotografía?

Deberíamos definir qué es arte. Hay palabras que de tanto usarlas han perdido el sentido. ¡La fotografía puede ser arte, sí! No quiero decir que toda la fotografía sea arte, esto ocurre en cualquier disciplina, y ahora entramos en este debate: ¿Qué es arte?… Le escuché una frase a Valentí Roma que me grabé  a fuego y decía: «Durante mucho tiempo en este país por el descrédito que conllevaba la palabra artista, muchos fotógrafos se hicieron llamar documentalistas». La palabra artista desde mi «background», porque hay lugares en que es muy diferente, pero del lugar de dónde yo vengo, «artista» es una palabra que incluso es peyorativa, no quiero decir que lo sea, pero el sentido que se le da aquí a «artista» es como «alguien que hace cosas raras». Tal vez es una palabra que se ha empleado tanto y de una forma tan indiscriminada que la hemos desvalorizado, y claro, quién determina lo que es arte y lo que no lo es, aquí todo el mundo se sube al carro. Por eso a mí me gusta ir muy por libre, porque en este carro… ¡se han metido tantas cosas! Cuando estudias, dices: «si esto es arte, yo quiero ser artista», pero si es lo que dicen «por ahí» que es arte, no me interesa.

 

Pain (Premio Photoespaña2015), tu primer fotolibro, tiene un formato singular: está hecho con fotografías de tu BlackBerry, con papel de silicio, se puede mojar y, para poder abrir sus páginas, debe romperse y así acceder a un contenido con imágenes bastante aclaratorias de la situación de nuestro país. ¿Un proceso con un resultado muy metafórico, no?

La historia del libro es, en honor a la verdad, que yo tenía un montón de fotos tomadas de forma compulsiva durante dos años. Lo hacía, como todo lo que hago, jugando, por pura diversión, para probar cosas. Acumulé un volumen considerable de trabajo, tenía unas 2.000 fotos. Pensé que tenía que salir alguna historia, de aquí. Así que lo hice editar e imprimir, y cuando lo tuve hecho lo llevé al estudio Atlas de Pablo Martín y Astrid Stavro y les dije: «Tengo esto. No sé si es muy bueno o muy malo pero quiero hacer un libro «. Hice un dossier de referencias, de cosas que pensaba que tenían sentido con lo que estaba haciendo, como la generación «Beat» en Estados Unidos -hacer poesía pero empleando el lenguaje de la calle- o la crisis económica de Japón, por ejemplo, toda una serie de referencias que aportaban estructura al libro con una lógica y un sentido. Aquí hay capas de gente que ha trabajado en esta dirección y yo sencillamente intento poner un escalón más. Este libro va mucho en esta dirección. El diseño salió del estudio, la idea de que tuviera que romperse para acceder al contenido de imágenes, la bandera de España… El título lo tenía más o menos claro. Me parecía interesante que la palabra «Pain» (dolor) formara parte del nombre de nuestro país «Spain«. Finalmente el diseño lo acabaron de cuadrar ellos.  Necesito trabajar con más gente, colaborar con otras personas. Tengo un montón de amigos y de cómplices con los que comparto opinión. Por eso digo que es un trabajo de mucha gente que ha aportado sus conocimientos, a mí hay cosas que se me escapan.

 

¿Es necesario ver el dolor? ¿El lenguaje visual es tan potente como para despertar consciencias ?

Ahora que ya no soy joven (sonríe) pienso que no hay nada necesario en esta vida. Nada es necesario. Podemos prescindir de todo y ver el dolor es voluntario. Pero, ya que estamos aquí, hagamos algo. Y este hacer, para mí, pasa por fotografiar y compartir mi trabajo. No sé si el lenguaje visual puede despertar conciencias, lo que sí te puedo decir es que a mí no me deja dormir, me quita mucho el sueño. Por lo tanto supongo que puedo decir que, al menos , a mí me mantiene muy despierto (ríe).


Cuando abres las páginas de tu segundo fotolibro, Devotos, uno no sabe si reír o llorar ante un evidente sistema democrático que parece no salir de un inmovilismo totalmente bipartidista. Cuéntanos cómo fue todo el proceso y el porqué de su formato.

En el año 2011, durante el 15M, todos mis compañeros estaban en las plazas manifestándose o haciendo fotografías de un hecho que pensábamos (y yo todavía pienso) que era histórico. Pensé que lo que también sería historia sería el bipartidismo que siempre he conocido. También los mítines políticos. Por eso creí que valdría la pena dejar testimonio. A veces tengo aires de grandeza y pienso que mis fotos cobrarán sentido de aquí a 100 años. Que entonces alguien dirá: hubo un tiempo en que sólo había dos partidos que volvían cada 4 años, y la gente iba a ver hablar a una persona que era su jefe, y llevaban banderas de colores… Y entonces mis fotos servirán para ver esto. Para ver esta estructura que ahora vemos tan normal. Espero que entonces (de aquí a 100 años) se vea como anormal, porque el sistema será mucho más participativo, democrático, y no todo caerá sobre una cara o sobre unas siglas. Pero eso ya no lo sé.
Volviendo a la fotografía, en este proyecto sí hay una voluntad documentalista. Pienso que un fotógrafo, cuando busca documentar, es un historiador de su tiempo. Esto también lo podríamos decir de los fotoperiodistas. El tema es que, al decir documentalista, se permite más que el fotógrafo ponga su propia opinión en el trabajo. No hay una supuesta voluntad de objetividad. Yo no computo hechos, yo aporto mi opinión sobre los hechos. Me gusta hacer juguetes para personas mayores (ríe). Con este libro puedes jugar, quiero decir que tiene posturas, no pasas páginas y ya está. Es un libro interactivo en el que la lectura no es cerrada sino que lo puedes estirar, mirar por dos lados. Tiene toda una serie de juegos pero, una vez más, está estructurado sobre un sentido. Estamos hablando de dos partidos políticos que se han ido alternando en el poder desde que tengo uso de razón, es decir, son dos caras de una misma moneda, desde mi punto de vista. Aquí, el sentido del libro es que tiene dos caras que se están dando la espalda, los personajes del libro no se pueden ver nunca. Tú puedes hacer que se vean entre ellos jugando, porque al final ves que no son tan diferentes. Lo que me permite el libro es que, de repente, entra la tercera dimensión; la fotografía siempre son dos dimensiones, una imagen plana y la otra fija. Entrar en la tercera dimensión te permite crear un volumen. Entonces ahí sí podríamos hablar de objetos escultóricos si lo quisiéramos  llevar hacia el mundo del arte.

 

¿Sueñas con tus imágenes ?

¡Sueñas con tus imágenes! ¡Esta pregunta no me la habían hecho nunca! (ríe). Con las que tengo que hacer sí. No es tanto que sueñes, pero sí que hay cosas que dices: esto lo tienes que hacer. También puedes no escucharte a ti mismo, ¡pero sí! Si quieres estar conectado con lo que eres y lo que quieres hacer. El tiempo es algo muy importante a la hora de trabajar porque te das cuenta de qué temas vuelven a aparecer y son los que tienes que resolver.

 

Graciela Iturbide dice: «Trabajo sorprendiéndome con lo que veo, no voy con un tema, puedo llevarlo dentro de mí, pero lo que veo me sorprende. Si no, no me sirve de nada «. ¿Sale a trabajar Toni Amengual en busca de la sorpresa?

¡Siempre, siempre! Y eso es lo que me gusta de la fotografía, que no es tan diferente de otras disciplinas. El tipo de fotografía que hago te obliga a estar en relación con el mundo. Cuando sales a hacer fotos está el mundo que te rodea. Entonces me tiene que sorprender lo que  tengo delante. Claro que tienes unas coordenadas de trabajo que te pones y luego esperas que pase algo y cuando se juntan ambas cosas, esta es la sorpresa. Si vas con las ideas muy cerradas, y eso me ha pasado por experiencia, cuando las cosas no son como habías pensado te quedas sin trabajo. Si piensas: no es lo que quería así que no lo hago! ¡Pues no! Oye, tú querías esto y la vida te da eso. Entre las dos cosas buscamos el equilibrio  y acabamos de encajarlo. Creo que es como todo en la vida. A veces la sorpresa no va para allá donde tú quieres pero hace que sea incluso mejor de lo que habías pensado.


Vivimos es un constante bombardeo de imágenes publicitarias, mensajes visuales a cada paso, que quizás captamos o no. ¿Crees que somos conscientes? ¿Nos han  educado para mirar?

Lo hablaba el otro día con un amigo, y esto es muy interesante. Es decir, la cultura occidental está basada en un 200% sobre un sólo sentido: la vista. Los demás no los usamos casi: el oído, el olfato… Nos han enseñado mucho a creer con lo que vemos y creo que la vista es el sentido que más nos engaña de todos. Esta es la paradoja del fotógrafo (ríe).
Pienso que no somos conscientes, en general, y que nos queda mucho trabajo por hacer. Me preguntabas antes sobre despertar conciencias con la fotografía. No sé si es despertar conciencias, pero sí está claro que la imagen y la comunicación pueden tener una gran influencia social, de no ser así las grandes marcas comerciales no se gastaría lo que se gastan en campañas publicitarias. Por tanto, está claro que la imagen, entre otras muchas cosas, puede influir mucho sobre la opinión pública. Creo que cada vez hay más consciencia al respecto, sobre todo porque, hoy en día, las herramientas de producción están en manos de todos y esto nos ha hecho ver como se pueden utilizar. Pero no está de más que sigamos  tomando conciencia de todo ello.

 

Nos interesa mucho tu vertiente educativa. Eres maestro de fotografía documental en la escuela IDEP (Barcelona) y formas parte de la programación de la asociación A ba o a o qu que trabaja proyectos de creación artística y educación. ¿Qué te aporta como artista el poder establecer esta conexión? ¿Aprendes mucho de tus alumnos?

Tengo muy claro que la docencia debe ser un intercambio constante entre todas las personas del aula. Como todo, he aprendido a base de práctica, porque yo no tengo ninguna formación específica en docencia ni pedagogía. Pero sí tengo muchas horas de vuelo como estudiante y eso me permitió darme cuenta de que he tenido muchos ejemplos de docencia. Algunos muy malos, una gran mayoría estándar y unos pocos excelentes, y estos últimos eran los que hablaban de lo que realmente hacían. Me gusta pensar en mi perfil como el perfil de los profesores que tuve en la facultad de biología, porque eran investigadores que, para poder llevar a cabo su labor investigadora, dedicaban una parte importante de su tiempo a la docencia. Era gente en activo en su campos, que compartía en clase sus trabajos y lo que otros compañeros suyos estaban haciendo en ese momento. Esto es muy enriquecedor: cuando uno habla de lo que hace, para mí es la clave. Intento ganarme mi plaza como docente con lo que hago, veo y aprendo fuera del aula. Y sobre todo, aprendo mucho de mis alumnos. Siempre les digo, y me pongo una vez más como ejemplo: de quien más he aprendido en la universidad, en la escuela de fotografía y los talleres fotográficos ha sido de mis compañeros. Trabajando con A Bao A Qu, por ejemplo, los alumnos que tenemos tienen edades entre los 12 y los 16 años. Esto hace que estés muy despierto, porque la gente joven tiene una virtud y es que son terriblemente sinceros. Quiero decir, si te equivocas te lo hacen ver pronto. Y es algo que te hace estar muy a la altura porque, a medida que pasan los años, la gente pierde esa sinceridad, por decirlo de alguna manera, o no, pero la gente joven me motiva mucho porque te hace estar despierto. Mi rol en el aula es la de crear y propiciar un espacio de pensamiento, de intercambio y de confianza donde cada alumno pueda expresarse y llevar a cabo lo que realmente quiere hacer. Los contenidos, la técnica y todo lo demás surgirá y se alcanzará mientras trabajamos lo que nos interesa y nos motiva. La clave está en encontrar las motivaciones de cada uno. Lo que está claro, es que todo necesita formación, no tanto en la parte visual sino en general. Dar herramientas de formación cultural.


Los adolescentes son los que menos visitan los museos y centros de arte en Baleares. ¿Por qué es tan difícil seducir a este público?

Creo que no sólo es en Baleares sino en general. Y pienso que la respuesta está ligada a lo que hablábamos hace un momento. Ha habido un cambio grande con la tecnología. Lo tienen en casa y piensan: ¿Porqué me tengo que desplazar? ¿Qué me ofreces? ¿Unas cosas colgadas en la pared? La gente joven lo tiene todo en la pantalla, tenemos que hacer un trabajo muy activo, hacerles ver más allá de lo que tienen ante sus narices y si te fijas, también, los contenedores de arte son fortalezas blindadas literalmente en esta isla. No quiero decir que tengamos que hacer explotar todo lo que tenemos, pero sí vamos a trabajar, vamos a abrir espacios, que corra el aire y que invite a entrar. ¿Por qué no crear espacios de intercambio, espacios donde los usuarios y usuarias no sean pasivos sino activos? Si queremos llegar al público joven, tenemos que hablar su lenguaje, hacer ver a la gente que está aprendiendo a pensar. Hay una cita de Jorge Wagensberg que dice:

«Una buena exposición nunca es sustituible por un libro, una película o una conferencia. Una buena exposición da sed, sed de libros, de películas, de conferencias… Una buena exposición cambia al visitante. «

No puedo estar más de acuerdo. Y hay que decir que no es fácil conseguirlo, pero es por lo que tenemos que trabajar. Todas las grandes estructuras están sufriendo mucho con el cambio que ha supuesto la tecnología y las comunicaciones a principios del siglo XXI. Pero en la asignatura de biología evolutiva nos lo explicaron muy bien: los dinosaurios fueron los últimos en darse cuenta de que había caído un meteorito. ¡Larga vida a los micromamíferos!


Holy Days! tu última exposición en el Casal Solleric, muestra una serie de «souvenirs» colocados con fotografías de una forma muy particular. Imágenes que nos podrían lleva a reflexiones como: ¿Qué vendemos de Mallorca? ¿Llegaremos a ser turistas en nuestra tierra?

¡Holy Days!, lo que yo no tengo (ríe). Qué estamos vendiendo de Mallorca, esta es la pregunta. Yo ya soy turista, cuando vengo, y hablo como persona nacida en Mallorca. Lo de la tierra lo podríamos discutir (ríe). ¿Qué es lo que hemos hecho con este pedazo de tierra?  y digo nosotros porque podríamos decir: No, es que los hoteleros … Pero no, vivimos todos de ello. Y el turismo en sí mismo, y esto es algo que he estado investigando últimamente, no es que sea bueno o malo: es un hecho. ¿Pero cómo lo gestionamos? Aquí es donde nos podemos empezar a hacer preguntas. Entonces, la exposición va mucho en esta dirección. Después hay toda una serie de capas entorno a la lectura del arte, de la cultura popular… Y aquí sí que tengo que decir, respondiendo a la pregunta que me hacías antes sobre soñar con mis imágenes, es que tuve un sueño, pero no era un sueño mientras dormía sino mientras paseaba por Punta Ballena (ríe) y vi un objeto que fue el detonante. Cuando lo vi pensé: esto lo tienes que meter en el Casal Solleric (ríe). Cuando tienes un pensamiento de estos puedes pensar: ¡estás loco, Toni!, o decirte: no, oye, ¿y si lo probamos? Probablemente no pase nunca, pero es igual, vamos a hacer todos los pasos posibles para que pase. Y mira, han pasado 3 años, pero lo hemos conseguido. Y lo que decías antes de las imágenes de Devotos, que no sabes si reír o llorar, a mi es aquí donde me gusta jugar, en esta línea, en la que te hace reír y después piensas: ¡ostras! ¿A lo mejor no debería reír tanto, no? Personalmente, es donde me gusta estar cuando trabajo. Emplear un poco la sátira, hacer reír de una manera inteligente pero a la vez agria. Generar toda una combinación de emociones que a la vez que te remuevan.

Para terminar… volverá Toni Amengual a la isla que lo vio nacer, esta vez para quedarse?

¡Larga vida a los anfibios!

 

 

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