¿No creen que es una idea maravillosa que no haya un final del cuento? ¿Que el misterio siga abierto? ¿Que al menos la ficción nos permita seguir divagando entre las aguas oscuras de un lago?
Un año: 1933, Un país: Escocia, Un lugar: la carretera que bordea el lago Ness, Un coche que parece ser tirado por caballos y un matrimonio: el señor y la señora MacKay bordeando el lago hacia el Drumnadrochit Hotel (Convertido hoy en lo que llaman The Loch Ness Centre) Aldie MacKay contempla el lago desde el asiento del copiloto (UN MOMENTO) (¿QUÉ ES ESO?) ella ve algo moverse en el agua, ese algo podría tratarse de una mera pelea de patos como saldría publicado dos semana después en el Inverness courier por el corresponsal Alex Campbel, pero lo único que veía “era una gran giba alejarse”. He aquí el principio de una historia que quedará abierta para siempre, (OH, MISTERIO) y Laura Fernández se ha sumergido de una forma extraordinaria en un viaje personal hacia la disertación de la imaginación, la potencia e importancia de la fantasía sobre la cual se han entrelazado miles de relatos a lo largo de la historia. ¡Oh, dulce ficción! ¿Cúal es el MONSTRUO que se resiste a mostrarse? ¿A qué tememos? Un lago al que por su atracción no puede resistirse el turista que en cierta medida acude allí en busca de algo que ALLÍ ocurrió y que en cualquier momento, puede volver a ocurrir, (¡PUEDE VOLVER A OCURRIR!) No es acaso ese anclaje o incluso el miedo, ese miedo bueno, lo que nos ata a seguir queriendo saber ¿Para qué?o ¿por qué? ocurre lo que ocurre. Muchos avistadores dicen haber visto a NESSI y así queda documentado desde el primer avistamiento. Un mundo dividido entre los que creen y los que NO.
Hay en el ensayo un punto sobre el cual me parece interesante reflexionar y en el cual la aurora incide de manera excelente: Ese mundo dividido en dos: Los CREEdores que son felices así y los NOcreedores que no pueden creer por no ver, pero añadamos también un plus: Que no permitirán que los otros crean. “He aquí la clásica división del ser humano, entre aquel que crea, o es capaz de hacerlo, y el que destruye, incapaz de imaginar siquiera cómo debe, o puede, crearse”. Cómo es posible que, TÚ, Creedor, puedas contemplar un lago vacío e imaginar que en el fondo hay un MONSTRUO, que puedas darle forma a ese misterio, que no te importe verlo o no verlo porque el mero hecho de FANTASEAR con esa idea te ayuda a abrir espacios y a crear representaciones varias. Entren en una clase de párvulos, y cuenten que hay un MONSTRUO en un lago, que ese monstruo aparece y desaparece de vez en cuando,y que es un monstruo cuya misión solo es esa: APARECER Y DESAPARECER. ¿No creen que es una idea maravillosa que no haya un final del cuento? ¿Que el misterio siga abierto? ¿Que al menos la ficción nos permita seguir divagando entre las aguas oscuras de un lago? “Tienes mucha imaginación” dicen algunos de forma peyorativa. ¿Acaso hay que pedir permiso para crear a un pájaro que no existe más que en tu imaginación? “L’animal que no existeix no es mereix tenir cap nom” canta Miquel Serra.

Sigamos avanzando, y avancemos hacia las últimas páginas de este viaje particular en el cual, de nuevo, Laura Fernández, como buena avistadora narrativa que es describe cómo se maneja ese “noYO” del MOSNTRUO en este nuestro mundo contemporáneo en el cual, todo debe ser mostrado. Como la condición de leyenda sin rostro, sin apenas forma, puede seguir existiendo y “eclipsando con su terca incertidumbre” a ese YO que todo lo muestra, que apenas deja jugar al azar a que ALGO aparezca como condición de extrañeza. Les dejo aquí para terminar un pequeño spoiler como condición de avistadora que condensa gran parte del mensaje que el ensayo esconde y que señalé como en tantos otros libros de Laura Fernández y dice así:
“Dice Tim Dinsdale en su honesto, sabio, iluso y enterrado ensayo que, con la edad, perdemos la capacidad de imaginar y asombrarnos. Pero lo que perdemos, en realidad, es la humildad. Creemos ser algo que importa (MÁS) que el (RESTO) cuando (NADA) puede importar menos que un alguien cualquiera, repetido, de la única especie consciente, y a la vez, soberbiamente inconsciente -inconsciente ante su propia condición de ente inexplicable y, por lo tanto, infinitamente fascinante, del planeta. No considerar la posibilidad de lo (FANTÁSTICO) es darse la espalda a uno mismo”
Hay un MONSTRUO en el lago y YO también lo he visto
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